- De los shocks de deuda al financiamiento en moneda local:
- El camino al pleno empleo y al déficit de la cuenta corriente
- Macroeconomías comparadas
- La nueva estructura de la deuda pública reduce la vulnerabilidad externa
- La nueva inserción en los mercados
- Frente a un mundo de tasa cero: oportunidades de inversión vs riesgos idiosincráticos
- La Fed vs los cisnes negros en Europa: un capítulo más y ya van…
Por diferentes caminos, las distintas economías de América Latina llegaron al mismo lugar. Una situación cercana al pleno empleo –aún cuando esto diste mucho de haber resuelto los problemas sociales que aquejan a una proporción todavía alta de la población- en conjunto con la pérdida del superávit de cuenta corriente externo. En promedio, el desempleo bajó de 11% a principios de la década pasada al 7% actual, en tanto el superávit de cuenta corriente de estas economías pasó de un máximo de 1,6% del PIB en 2006a un déficit de 1,9% proyectado para 2012, el mayor nivel desde 2001. A esta situación llegaron tanto las economías que optaron por el canal del crédito y estabilizaron la demanda de dinero vía tasas de interés altas en pos de mantener acotada la inflación, como las que maximizaron el crecimiento de corto plazo a partir tasas de interés reales negativas e inflación alta y que ahora –una vez agotado el exceso de dólares- enfrentan un proceso de dolarización que intenta ser contenido vía controles. En el primer caso, el atraso cambiario se dio vía una caída nominal del dólar, en el segundo caso, vía inflación. Brasil, Chile, Uruguay, Perú, México y Colombia están en el primer grupo. Argentina y Venezuela en el segundo.
Sin embargo, a diferencia de las décadas anteriores donde la escasez de divisas para financiar el aumento de las importaciones interrumpía el ciclo de crecimiento económico, los bajos niveles de endeudamiento público y privado de la región –con una deuda pública externa en 13% del PBI frente al 85% de 1990- a partir de economías que lograron financiarse a tasa fija en moneda local, minimiza los riesgos de descalce de monedas y de vulnerabilidad externa. Y en este mundo, los países del primer grupo -que administraron prudencialmente la abundancia desde el punto de vista de los mercados y resignaron puntos de crecimiento en un mundo de tasa cero y dólar débil-, ahora pueden utilizar -con matices- de modo expansivo las herramientas monetarias, cambiarias y fiscales para compensar parte de la pérdida de competitividad resultante de este esquema. En el segundo grupo de países, los márgenes de maniobra de la política cambiaria y monetaria local lucen más acotados a partir de una oferta restringida de dólares de la economía y la dificultad creciente para mantener el nivel de recaudación del impuesto inflacionario.
Habiendo llegado desde caminos distintos al mismo escenario de cuasi pleno empleo y cierre de la cuenta corriente externa desde arriba, ¿Cuán ventajosa ha resultado ser la estrategia adoptada por Argentina de maximizar el crecimiento de corto plazo independientemente del signo del ciclo frente al resto de las economías latinoamericanas que administraron “prudencialmente” la abundancia y fueron por el canal del crédito y la inversión extranjera? Si bien es cierto que desde el año 2007 -cuando ya se había agotado la capacidad ociosa heredada de la crisis-, la Argentina creció a un ritmo promedio de 4,7% superior a la media de Latinoamérica (3,7%), México (1,9%) y Brasil (3,7%), otras economías vecinas como Chile y Colombia, registraron un crecimiento más cercano al nuestro (4% y 4,4% respectivamente) mientras que Perú y Uruguay lograron superarlo (6,8% y 5,7% en uno y otro caso).
Pensando en una tendencia de largo plazo, cuando la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) empiece a retirar los estímulos monetarios, y el mundo de tasa cero y dólar débil llegue a su fin, algo que recién tendría lugar a partir de mediados de 2015, ¿podrán las economías que fueron por crédito seguir de largo frente al aumento en las tasas de interés locales? ¿Se habrán graduado realmente? Paradójicamente, las economías que se aislaron del crédito, tampoco quedarán exentas si la suba de la tasa de interés de la Fed se filtra a los precios de las materias primas, aunque resistirán mejor dada su menor dependencia de la deuda.
En el mientras tanto, la combinación de un mundo de tasa cero en las economías desarrolladas que manejan el grifo de la política monetaria (EE.UU., Alemania, Inglaterra, Japón y países nórdicos) y de riesgo sistémico en las economías de la periferia de Europa que van por el ajuste nominal frente a la salida de los capitales (Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia), arroja un panorama favorable para las inversiones en una América Latina que parte de bajos niveles de endeudamiento público y privado.