Los “estabilizadores” de la economía global asociados a la expectativa de una mayor intervención monetaria de los Bancos Centrales de Japón y de la Zona Euro frente al riesgo de deflación y estancamiento, en conjunto con la retórica de la Reserva Federal de USA “amortiguando” el impacto del retiro de la compra de bonos, estiran el escenario de tasas bajas en el Mundo.
En USA, donde el ciclo arrancó antes, no hay presiones inflacionarias y el desempleo volvió a 5,8% desde niveles de 10% en octubre de 2010. Frente a este contexto, la Reserva Federal de USA (Fed) ha venido reduciendo los niveles de inyección monetaria desde US$85.000 millones mensuales a principios de año en dosis de US$10.000 millones en cada reunión del Comité de Política Monetaria (FOMC), hasta anunciar el final de la compra de bonos en el último comunicado de octubre. Al mismo tiempo, la autoridad monetaria ha comenzado a definir el timing del ciclo de suba de tasas a partir del segundo semestre de 2015 en consistencia con una proyección de la tasa de interés de referencia de 1,38% en 2015, 2,88% en 2016 y 3,75% en 2017. De todas formas, hacia adelante, la Fed intentaría “anestesiar” la suba de las tasas de interés de largo plazo frente a las vulnerabilidades estructurales asociadas al escenario de menor crecimiento potencial, altos niveles de deuda y el significativo grado de sub-utilización de recursos en el mercado de trabajo. Después de todo, la tasa de desempleo corregida por “desempleados desanimados” y empleo de medio tiempo involuntario se ubica en 11,5%. Evidentemente, el margen de maniobra que tendrá la Fed para implementar esta estrategia de salida gradual, estará determinado por las presiones inflacionarias, algo que de momento no debería impactar sobre el balance de riesgos frente al fortalecimiento del Dólar y la corrección de los precios de las materia primas.
Mientras tanto, el Banco Central de Japón aumentó la dosis del estímulo monetario asociado a la compra de bonos al anunciar una meta de incremento anual de la base monetaria de 80 billones de yenes desde el rango anterior de 60/70 billones de yenes. Si bien el banco central de Japón venía siendo optimista en el escenario de convergencia de la inflación hacia la zona del 2% i.a., la caída en el nivel de actividad asociada al incremento del impuesto al valor agregado y la reciente corrección a la baja en el precio del petróleo son factores que podrían representar un obstáculo en la meta de la autoridad monetaria.
Y el Banco Central Europeo anunció en la reunión del jueves pasado un objetivo de incremento de la hoja de balance vía inyección de liquidez en los bancos y compra de títulos privados, que podría resultar en una emisión monetaria entre 750.000 millones y 1 billón de Euros. El objetivo del Banco Central consiste en revertir el escenario de baja inflación (0,4% i.a. en octubre) y lento crecimiento económico, incentivando la recuperación del crédito y la devaluación de la moneda.
En cuanto a los mercados emergentes, el Banco Central de Brasil elevó la tasa de interés de referencia en 25 puntos básicos hacia un nivel de 11,25%, en pos de estabilizar la salida de capitales luego del “ruido” de las elecciones y minimizar el impacto de la devaluación del Real sobre la dinámica inflacionaria.
En algún punto, la economía brasileña estaría en una “trampa económica”. Con la inflación instalada (6,75%) ligeramente por arriba del límite superior del rango de tolerancia del Banco Central de Brasil (6,5%), en una economía donde el gobierno de Dilma se consumió 3 puntos de superávit fiscal antes de intereses, los márgenes de maniobra de la política económica para impulsar el crecimiento vía una reducción del costo financiero del crédito y/o una aceleración del crecimiento del gasto público lucen muy acotados. Esto en un contexto internacional donde la combinación de un menor crecimiento en China con la suba gradual del Dólar y las tasas en USA, reducen –y no poco- los precios internacionales de las materias primas que exporta Brasil.
Afortunadamente para las economías de la región, el mundo desarrollado sigue mucho más preocupado por la actividad y el empleo que por la inflación. Y los elevados niveles de deuda pública y privada heredados de la burbuja inmobiliaria, impedirían cualquier intento de corrección rápida de las tasas de interés. De todas formas, el ensayo de la Fed de empezar a subir las tasas a mediados del año que viene, intentando amortiguar el impacto sobre las tasas de interés de largo plazo para evitar una ralentización del mercado inmobiliario, no estaría exento de riesgos…