El presidente norteamericano Barack Obama se impuso sobre su rival, el republicano Mitt Romney, y logró la reelección por los próximos 4 años. El amplio margen que consiguió en el Colegio Electoral, donde logró 303 electores (vs. 206 alcanzados por Romney), fue consecuencia del particular sistema electoral de EE.UU., donde el ganador de un estado (sin importar el margen) se lleva la totalidad de los electores de dicho distrito, sin criterios de proporcionalidad. Así, vale destacar lo ajustado del triunfo de Obama en los estados disputados, donde se impuso por 49,9% a 49,3% en Florida (29 electores), 50,1% a 48,2% en Ohio (18 electores) y 50,8% a 47,8% en Virginia (13 electores). De haber logrado Romney estos tres estados, la ventaja de 303 a 206 obtenida por Obama se hubiera convertido en un triunfo del candidato republicano por 266 a 243 votos en el Colegio Electoral. A nivel nacional, Obama obtuvo el 50,5% de los sufragios vs. 48,0% de su rival.
Este estrecho margen resulta el reflejo de un presidente que enfrenta considerables desafíos. En el corto plazo, alcanzar una negociación con la mayoría republicana en la Cámara de Representantes para sortear el temido “precipicio fiscal”, que entre caída de exenciones impositivas y recorte de gastos podría impactar en más de 4 puntos del PIB a partir de enero de 2013 (las proyecciones del consenso apuntan a una negociación que termine acotando el impacto a entre 1 y 1,5 puntos del PIB). En el mediano plazo, y en una economía donde el desocupado promedio lleva 40 semanas sin empleo (vs. una media de 13 semanas en la serie histórica entre 1948 y 2007), generar los incentivos para crear los 4 millones de puestos que la crisis destruyó y que todavía no se recuperaron a pesar de la creación de 4,5 millones de empleos desde los mínimos de principios de 2010. En el largo plazo, encarar la cuestión de la distribución del ingreso, en un país que en las últimas tres décadas registró el proceso de concentración más intenso de la historia para un país desarrollado. Proceso explicado en gran medida por la competencia de Asia y la consecuente necesidad de contener los costos laborales, y que constituyó el caldo de cultivo del salto en el endeudamiento de las familias ante el estancamiento en los ingresos reales del 90% de la población. Vale recordar que mientras en 1975 el 10% más rico de la población recibía el 33% del ingreso (8% el 1% más rico), en 2010 dicha proporción había crecido a 46% (17% el 1%). En otras palabras, la totalidad del crecimiento que experimentó EE.UU. durante la Great Moderation (período de alto crecimiento y baja inflación entre principios de los 80s y 2007) fue apropiado por el 10% más rico de la población, dinámica que contribuyó decisivamente a la gestación de los desequilibrios macroeconómicos y financieros que estallaron durante la crisis.
Tras el resultado, Obama prometió que “lo mejor está por venir”. Con una Europa en dificultades y un mercado inmobiliario todavía deprimido pese a la mejora en el margen, nada permite augurar una aceleración de la economía ni una rápida solución a los desafíos mencionados.
*Economista de Estudio Bein & Asociados.