Los extremos nunca son buenos

Los extremos nunca son buenos. Así como sostener que la expansión monetaria nunca es inflacionaria claramente era un error -con los costos asociados que hoy estamos pagando-, sostener que sólo con el anuncio de un programa monetario consistente (cambiando dominancia fiscal por deuda del Tesoro o del BCRA) se va a domar en el corto plazo la inercia inflacionaria en una economía que piensa en dólares, presenta problemas evidentes. Es cierto que en países vecinos que vienen construyendo desde hace años una moneda han logrado un bajo traslado a precios de la devaluación, y es el lugar hacia el cual habría que intentar direccionar a la Argentina, pero esto no es algo instantáneo.

El riesgo de flotar y desatender la volatilidad del tipo de cambio con precios que suben con el dólar y no bajan si este cae (una vez que arranque la estacionalidad de la cosecha) en un contexto donde la inflación ya se había duplicado en el margen (con el salto inicial del dólar a la salida del cepo y los anuncios tarifarios), es que agrega palos en la rueda de la discusión paritaria que no mira los anuncios de metas de inflación que presentó Economía, ni la convicción del BCRA de reducir el ritmo de crecimiento de los agregados monetarios, sino la caída del salario de bolsillo en el corto plazo. Y es precisamente este ruido en el manejo de la política económica el que pareciera haberse colado en el manejo de la política cambiaria con un BCRA que intenta ahora frenar la suba del dólar, aunque volviendo a justificarlo desde el lado de la expansión monetaria, al sostener que le preocupa la emisión de pesos por los contratos de futuros del dólar. 

De algún modo, los compromisos de exportación de las cerealeras, la enorme cantidad de futuros vendidos en el final del gobierno anterior -cuyo desarme permitió mantener barata la cobertura dólar y la liquidez preventiva de los bancos, ayudaron al BCRA para mostrar un éxito en el programa de reducción de la expansión monetaria en conjunto con un equilibrio dólar-tasa de interés mucho más bajo que lo que se esperaba inicialmente con la libreración del Cepo. Equilibrio que una vez que estos estabilizadores tienden a desaparecer y cuando todavía no aparecen los dólares de la cosecha ni los dólares financieros que se esperan por la cuenta capital, presiona hacia arriba el dólar y las tasas de interés con un BCRA que prefirió en el arranque seguir mostrando una curva de rendimientos de las Letras del Tesoro con pendiente negativa para mostrar su compromiso con la inflación, mientras concentró vencimientos de Lebacs por el equivalente al 50% del stock en el mes de marzo. 

Como venimos sosteniendo el equilibrio de la política requiere manejar al mismo tiempo los tres vértices del triángulo (equilibrio dólar tasa de interés, pujas distributivas y equilibrio fiscal) cuyo plafond está dado por la propia apertura de la cuenta capital. El manejo coordinado de los tres frentes es condición necesaria, aunque en el corto plazo el manejo de la gobernabilidad que requiere coordinar la puja distributiva entre el capital y el trabajo (paritarias y precios) y entre la Nación y las Provincias (para poder pasar las leyes que necesita el Gobierno para abrir la cuenta capital), requiere un equilibrio que apunte no sólo a mirar objetivos de largo plazo (desvincular los precios domésticos del valor del dólar), sino también a mirar el camino sinuoso por el que hay que transitar.