“DEL PESO ES EXCREMENTO” A “VOY A HACER TODO LO POSIBLE POR EVITAR UNA HIPER”
Luego del triunfo holgado en el ballotage, Javier Milei empieza a brindar indicios sobre el equipo que lo acompañaría y el plan económico, bien distinto del mensaje de campaña. El teorema de Baglini, vuelve a operar. De momento, es todo muy prematuro, pero el salto al vacío plasmado detrás del mensaje “el peso es excremento” que coordinó la costosísima cobertura pre elección de octubre mutó al “voy a hacer todo lo posible por evitar una hiperinflación”.
Milei enfatizó que para poder salir del cepo, dado el overhang (excedente) de pesos existente, necesita resolver previamente la situación fiscal (un déficit financiero cercano a 5% del PIB) y buscar una “solución a las Leliqs”. Según su agenda, esto llevaría al menos tres meses, en los que debería avanzar con la corrección de precios relativos.
La renuncia antes de asumir de Emilio Ocampo al BCRA y el posible nombramiento de Toto Caputo, reafirma que no se va a dolarizar (al menos en este mandato) y que no existe la posibilidad de levantar el cepo de manera inmediata. En el informe previo al Ballotage de su consultora, Caputo explicitó que: ”por las restricciones macroeconómicas y el tamaño del desequilibrio monetario, empieza a ganar terreno escenarios de transición sin unificación cambiaria, con controles de capitales y esquemas de desdoblamientos con devaluaciones fiscales que permitan acelerar el ajuste fiscal”. Especifican que vale la pena “intentar una baja del tipo de cambio real financiero vía la señal fiscal, antes de ensayar una unificación cambiaria”.
Luce una devaluación acotada (no debería ser menor al dólar de exportación -50% al oficial 50% al CCL) hoy en torno a $660 más el devengamiento de la inflación de estas semanas ¿$750?), con una suba del impuesto país (desdoblamiento fiscal que corte el financiamiento del déficit fiscal de arranque y de paso encarezca la importación rompiendo la cobertura dólar linked/rofex) y una “solución financiera a las Leliqs” que luce habría sido el “gancho” con el cual se le vendió el programa a un Milei obsesionado con el problema.
Inicialmente, la lectura de un posible canje de Leliqs por bonos del Tesoro en cartera del BCRA generó un desarme agresivo de este instrumento hacia Pases y cuenta no remunerada, pero luego de la reunión del viernes donde el aún no nombrado Ministro explicitó sería voluntario y con incentivos, generó una euforia adicional en los precios de las acciones de los bancos que se adicionó a la reacción del mercado post ballotage. También trasciende que estaría buscando financiamiento por USD15.000 millones que no resulta evidente donde los consigue. Posiblemente incluya algún repo con Bancos extranjeros por USD2.000/3.000 millones, la activación pendiente del swap chino por USD1.500 millones y algún esquema de licitación de deuda en dólares (AL) a precio de mercado con un tipo de cambio intermedio entre el oficial y la brecha cambiaria, generando un incentivo a las multinacionales tenedoras de pesos pendientes de acceder al MULC a suscribirlos para limitar las pérdidas en el balance. Recordemos que la deuda comercial es hoy cerca de USD18.000 millones adicionales al promedio 2018-2021. En este último caso la caída en las Leliqs sería la contracara del desarme de plazos fijos que financiarían al Tesoro a tasas muy caras (similares a las que convalidó Massa para intervenir en el mercado cambiario).
El plan en general implica la implementación de una política monetaria ortodoxa, con shock en lo monetario y fiscal pero gradualismo en el desarme de los controles de capitales sin colchón cambiario de arranque. Una suerte de ingeniería financiera para resolver un problema económico. Esquema que de arranque si se logra implementar puede funcionar, pero con riesgos ciertos de aumentar el overhang de deuda del Tesoro (en dólares y en pesos indexados), reindexar la economía y perpetuar los controles de capitales, que terminen regenerando antes de tiempo la brecha cambiaria. El esquema de cambiar pesos a tasa fija (Leliqs) por deuda indexada o en dólares con una baja licuación de arranque luce riesgoso.
INTERNACIONAL
Los últimos tres años se destacaron por la extrema volatilidad en precios y cantidades que experimentaron las materias primas. Sucesivos episodios climáticos, el Covid y conflictos bélicos llevaron a los precios de los commodities agropecuarios a niveles no vistos desde una década atrás. Los bancos centrales respondieron a la escalada en los precios endureciendo las condiciones crediticias al subir las tasas de interés.
En consecuencia, y tras una normalización de las cadenas de suministro, la inflación se encuentra en camino al target de 2% autoimpuesto por los bancos centrales sin que se produzca una desaceleración considerable del crecimiento, un repunte del desempleo o una recesión (principalmente en el caso de Estados Unidos).
En este contexto, las perspectivas para 2024 marcan la vuelta a una aparente normalidad en los mercados agrícolas, ya que los precios del maíz y la soja se atenuarán a medida que la producción se adapte al contexto de mejores precios y la demanda permanezca débil. El retorno de la producción sudamericana a principios de 2024 -de la sequía de La Niña a la plena producción de cereales y aceite- marcaría el principal punto de inflexión para la volatilidad y señalaría menores precios a futuro tanto para el maíz como la soja.