¿Salida o falsa alarma?
La semana estuvo marcada por tensiones económicas y políticas, tanto a nivel local como internacional. La guerra comercial global generó volatilidad en los mercados, llevando al índice S&P a niveles de septiembre pasado. Localmente, acorde a nuestro beta, el Merval cayó un 7% al inicio de la semana, recuperando dicha pérdida hacia el cierre. Los bonos soberanos en dólares también retrocedieron, aunque con caídas más moderadas que aún no se recuperaron completamente.
Pero lo más significativo fueron los movimientos del mercado de cambios, spot y futuro, que puede estar explicado por un cambio en las expectativas.
Recordemos que el Gobierno avanzó en la semana con un DNU para formalizar un nuevo acuerdo con el FMI, un Programa de Facilidades Extendidas a 10 años, con 4 años y medio de gracia. Este acuerdo busca refinanciar deudas en dólares, los compromisos del EFF 2022 de los próximos cuatro años, y la compra de las Letras intransferibles. Aunque los detalles, como montos y condiciones, aún están pendientes de negociación, el acuerdo apunta a aliviar la presión externa, mejorar reservas y abrir potenciales líneas de financiamiento externo en un marco donde las reservas internacionales netas siguen en terreno negativo. Sin embargo, las exigencias del FMI en términos de reservas internacionales netas y cambios en el esquema cambiario tensionan las negociaciones, más aún en un año electoral.
Frente a ello, en el mercado cambiario, se observaron movimientos llamativos con picos en contratos de futuros y ventas del Banco Central que totalizaron un movimiento de casi USD3.000 millones el viernes pasado. En el MULC el BCRA tuvo que registrar ventas por USD474 millones, acumulando una posición vendedora de casi USD200 millones en el mes. El otro movimiento fue en el mercado de futuros donde, a diferencia de la semana pasada, la presión estuvo centrada en los próximos tres meses (no después de las elecciones). Estos movimientos pueden corresponder al cierre de posiciones en el mercado de cambios de bancos (no hubo corrida en el mercado de deuda en pesos), previendo alguna posible volatilidad como consecuencia del acuerdo con el FMI y la política cambiaria a determinar.
Por otro lado, la inflación sigue siendo un desafío para el Gobierno. En febrero fue del 2,4%, con una inflación núcleo del 2,9%, impulsada principalmente por el aumento en carnes y productos vinculados a la baja de retenciones. Marzo podría mostrar niveles similares a febrero debido a aumentos en educación y alimentos (siguen subiendo las carnes y se sumaron subas en verduras de acuerdo a nuestro RPM).
Por su parte, el gobierno refinanció el 97% de $4,6 billones en LECAP con tasas del 2,6% y plazos menores a 10 meses. Los inversores siguen buscando posiciones de corto plazo y buscando refugio en bonos ajustables por tasa, en un contexto que no resulta claro todavía. La mayor inflación y la expectativa de algún cambio en el sistema cambiario impactan en sus expectativas.
En lo monetario se vislumbran cambios también. En febrero la base monetaria retrocedió, aunque en gran parte por los cambios normativos impulsados por el Gobierno (que busca tener espacio para seguir ampliando la base monetaria sin cambiar el esquema actual). La nueva normativa impulsó a los fondos a sacar los activos desde las cuentas remuneradas hacia los depósitos a plazo fijo, hecho que impactó en menores encajes y menor suba de la base monetaria. Desde los dólares la novedad es que el ritmo de crecimiento de los créditos se frenó por la cancelación de los préstamos de tarjetas y una menor suba del resto de las líneas. Los depósitos en dólares, por su parte, siguen con un lento goteo.
Internacional
Cuando arrancó el 2025—hace apenas 10 semanas y antes de que asumiera Trump— reinaba un clima de optimismo sobre el futuro de las acciones estadounidenses. Para febrero, las perspectivas se mantenían prácticamente sin cambios. Sin embargo, desde entonces, el S&P 500 cayó bruscamente como así también lo hicieron las acciones del Mag-7 y en particular, Tesla. Hasta el jueves, ya que sobre el cierre de la semana la bolsa rebotó luego de confirmarse que se evitaría un government shutdown, el S&P 500 había bajado más de un 10% desde su máximo alcanzado hace solo tres semanas.
Para llegar al target de 6.614 puntos, promedio de las proyecciones de los principales bancos, ahora debería subir un 20%, cumpliendo con la definición informal de un nuevo bull market. De repente, los objetivos de los estrategas parecen demasiado optimistas, especialmente dado el cambio significativo en la postura de Trump respecto a la bolsa en comparación con su primer mandato.