Perspectivas 2012-2013

Mientras la pelea con Gobernadores y Sindicalistas por la caja y la sucesión se agudiza, aparecen los primeros datos de julio anticipando una mejora de la actividad en el margen luego de la caída de los tres meses previos. Parte de la mejora obedece a cuestiones exógenas asociadas al impacto sobre el sector automotriz de la recuperación incipiente de la demanda de Brasil, al menor impacto estadístico de la caída de la cosecha y a la recuperación del turismo que contrasta con el freno que generó la erupción del Volcan Puyehue un año atrás. Aunque una parte no menor obedece a estrategias defensivas de ahorristas y empresas buscando gastar sus pesos acorralados en un contexto donde la brecha entre el dólar oficial y el marginal vuele a ubicarse en torno al 35% -luego del overshooting de mediados de mes- y la tasa de interés que remunera el ahorro retorna al 14% luego del intento de la política de ponerle un techo a esta tasa una semanas atrás.

Es que el aumento en la cantidad de pesos de la economía, resultante de la compra del excedente externo forzado, pero cada vez más del financiamiento a un fisco nacional que perdió el superávit y no abrió el crédito, genera un deterioro creciente de la relación de convertibilidad. Mes a mes el BCRA cuenta con menos Reservas y más pesos en la economía y esta situación se ira deteriorando a lo largo del año cuando confluyen las mayores necesidades de pesos con los mayores pagos de deuda en dólares. ¿Cuán sostenible es esta estrategia?, dependerá de la capacidad de la Argentina para generar dólares en un contexto donde, corralito mediante -que impide acceder al mercado cambiario para atesorar dólares y/o girar dividendos- los incentivos a hundir un dólar adicional en el país a través del Mercado de Cambios oficial son nulos. Y también de la estrategia fiscal que maneje la política hacia adelante donde el ajuste intenta ser trasladado a las provincias, fundamentalmente Ciudad y Provincia de Buenos aires donde se concentran los subsidios, minimizando los costos políticos para el Gobierno Nacional.

Por el lado externo, de cara a 2013 se espera un aumento en la oferta de dólares de entre US$8.000 y US$10.000 millones, producto del impacto sobre la cosecha de la “lluvia después de la sequía” y de un set de precios muy elevado; aunque no tanto como los actuales dado que Argentina es formadora de precios. Esta mayor oferta de dólares deberá convivir con una mayor demanda indirecta por importaciones y/o pago de servicios (entre otros turismo) derivada de las estrategias defensivas mencionadas antes, pero también de una economía que, normalización mediante, demandará más combustibles para crecer, algo que la estatización de YPF ni la reglamentación de la ley de hidrocarburos van a resolver. Y a diferencia de 2012 ya no hay margen para utilizar un mes de stocks de las compañías vía la “política administrada” de comercio a partir de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación, que en los hechos demoraron un mes en promedio los despachos a plaza.  Por el lado fiscal, conviven en 2013 bajos vencimientos de la deuda en dólares (US$4.600 millones, considerando que el crecimiento de 2012 no gatilla el pago del cupón del PIB en 2013) con una dificultad creciente para seguir cobrando el impuesto inflacionario. Pero al mismo tiempo, en un año electoral, no es esperable una moderación significativa, más allá de la baja de subsidios desordenada que se lleve adelante con la política actual de trasladar el costo a las provincias, y/o del escalón más abajo en el ajuste de jubilaciones anunciado a partir de la movilidad.

Si la mejora en los factores exógenos se sostiene y el clima permite el salto en la cosecha a los niveles proyectados inicialmente para 2012 (113 millones de toneladas vs. las 90 millones efectivas), es esperable un 2013 mejor que el 2% proyectado para el año actual. Una normalización del Sector Automotriz y el salto mencionado en la cosecha podrían aportar por sí solos 2 p.p. adicionales. Y en este contexto de mayor oferta de dólares, hay chances para que una devaluación algo más rápida del dólar oficial (US$4,9/5 a fin de año y US$5,8/6 a fin de 2013), y un avance en el esquema de desarme de los subsidios, no necesariamente deriven en un salto en la tasa de inflación. Evidentemente el equilibrio es delgado y una vez más estamos supeditados a la suerte que nos derive del contexto global. De todos modos, el escenario alternativo, si falla alguno de los supuestos mencionados, no es necesariamente disruptivo, una devaluación más rápida y/o un intento de limitar importaciones cuando ya no sobran stocks, impacta sobre las proyecciones de crecimiento e inflación, pero a diferencia del pasado, no tiene consecuencias sistémicas ni con los bancos ni con la deuda.