Por Marina Dal Poggetto
Hace exactamente un año publicamos con Sebastián Menescaldi una nota titulada “¿Podemos construir una híper?” (Perfil, 6/5).
Entonces afirmábamos: “la respuesta es sí, podemos construirla. No de la magnitud de la que vivimos a fines de los ‘80 cuando la tasa de inflación promedio alcanzó casi al 3 mil%, pero sí un nuevo cambio de régimen que coloque la inflación arriba de tres dígitos si no se alarga el horizonte de la política económica: la coalición de gobierno sigue esmerada en empiojar el corto plazo y las propuestas de campaña de la oposición respecto al manejo del cepo contribuyen a coordinar un desplome en la demanda de pesos y una disparada en la brecha cambiaria”.
Hacía poco se había cerrado el acuerdo con el FMI que evitaba el país entrara en atrasos con el organismo y aún no se había hecho la primera revisión trimestral del programa que arrancaba incumpliendo la meta de reservas.
Todavía la inflación rondaba el 5% mensual, la brecha cambiaria había caído al 80% luego de haber tocado 130% cuatro meses atrás cuando se coqueteó con el default al FMI, el mercado de deuda en pesos no se había roto; y el “bipartidismo” entre dos coaliciones seguía intacto.
Todavía el cruce de lapiceras entre Cristina y Alberto no había eyectado a Guzmán en medio de una crisis financiera que llevó la brecha cambiaria al 160% y “salvador Massa”, en los términos utilizados por Jorge Ferraresi, no había arribado al Ministerio de Economía. Arribo que, si bien ordenó la política dentro del Frente de Todos, no cambio el rumbo y dilapidó una enorme oportunidad de arrancar con un programa de estabilización que sentara las bases para la cooperación en la transición.
En lugar de, ello optó por un esquema de administración de comercio que paga caro las exportaciones y vende baratos los dólares a algunos importadores que no se sostiene frente a la sequía. Otra vez esperamos el rescate milagroso del FMI que nos dé un puente hasta las PASO, cuando vuelve a abrirse una caja de Pandora, como en 2019. Esta vez frente a propuestas diversas de salida del cepo que van desde el “no se puede sacar el día 1” a “vamos a prender fuego al BCRA”.
En la nota de principios de mayo de 2022 escribíamos: “La fórmula para construir una híper: primero indexá los contratos con plazos cada vez más cortos (precios, tarifas, dólar, tasa de interés y salarios), después incumplí el acuerdo con el FMI (perdé las reservas para sostener la actividad y aumentá las necesidades de pesos del fisco) y finalmente, adentrate en un esquema de competencia política que proponga un nuevo cambio rápido de régimen y ponga dudas sobre el horizonte de la deuda de pesos, el único esquema de financiamiento posible en el marco del acuerdo con el FMI para financiar el agujero fiscal y la enorme concentración de vencimientos de la deuda en pesos. Bingo.
El final de la historia no está escrito, pero no se vislumbra la capacidad para buscar la cooperación de un gobierno que no se deja ayudar y una oposición que pareciera querer evitar a toda costa una herencia ‘asintomática’ como la que recibió a fines de 2015”.
Lo que no tuvimos en cuenta entonces es que la sequía extrema iba a derrumbar las exportaciones en más de USD20.000 millones. Tampoco el auge de un candidato outsider iba a capitalizar el grueso de la caída del FdT detrás de una propuesta de ajuste indoloro que esta vez “va a pagar la casta” y, de una dolarización milagrosa que va a permitir los argentinos cobren los salarios en dólares de Ecuador.
Mientras en simultáneo plantea un seguro de desempleo y una vuelta a las AFJP, sin una palabra de cómo se cubriría el descalce. Y también un “plan motosierra” para cortar 12 puntos el gasto a PIB (4 p.p. obra pública, 4 p.p. transferencias discrecionales a provincias, 4 p.p. subsidios y déficit de empresas públicas), sin tener en cuenta que la suma de los tres ítems en el presupuesto de la Nación no supera los 6 p.p. en 2023 (1,2 p.p., 1,1 p.p. y 2,8 p.p. respectivamente). Léase: primero tendría que subir el gasto para aplicar la motosierra.
La canalización de la bronca frente al pifie de la política viene siendo incentivada además por estrategias electoralistas de ambas partes que piensan que Milei le roba votos al otro, y sólo polarizando con él pueden ganar en un ballotage.
Lo que no tienen en cuenta es la perversa dinámica nominal de la economía (brecha, inflación, salarios) con una demanda de pesos atada con un cepo cada vez más rígido, frente a propuestas económicas que apuntan a dinamitar el BCRA.
En 2019 usamos la frase de Yuval Harari para mostrar el riesgo de la estrategia electoral de competir contra lo que ellos denominaban “el abismo” con la cuenta capital abierta, que culminó en la toma de ganancias post-PASO y el derrape posterior.
“La estupidez humana es una de las fuerzas más importantes de la historia, pero a veces tendemos a pasarla por alto. Políticos, generales y estudiosos ven el mundo como una gran partida de ajedrez en la que cada movimiento obedece a meticulosos cálculos racionales. Eso es correcto hasta cierto punto. Pocos dirigentes en la historia han estado locos en el sentido estricto y se han puesto mover peones y caballos en forma aleatoria, todos tenían razones racionales para cada paso que dieron. El problema es que el mundo es mucho mas complejo que un tablero de ajedrez. De ahí que incluso los líderes racionales terminen con frecuencia haciendo cosas muy estúpidas”.
Si de cara a las próximas PASO del 13 de agosto la estrategia de ambas partes sigue siendo la misma y funciona, podemos usar la misma frase, elevarla al cuadrado y ser más contundentes en la respuesta a la pregunta de la nota del año pasado.
Marina Dal Poggetto es economista. Directora de Eco Go Consultores