¿Qué se sabe de la macro de 2021?

Finalizado el primer bimestre contamos con los datos de cierre de 2020 y los primeros de 2021. La violencia del impacto de la cuarentena en los meses de abril, mayo y junio del año pasado y el rebote posterior, con impactos sobre las estadísticas de actividad, empleo, fiscal y precios, nos lleva a intentar desmenuzar esta dinámica para pensar lo que viene.

En promedio la economía cayó 10%, la inflación fue 36,1%, el déficit fiscal 6,5% del PIB y en el peor trimestre del año se destruyeron casi 2,5 millones de puestos de trabajo. Parados a fin de año, la economía cae 2,2%, la inflación en el margen es alrededor del 60% anualizado, el déficit de enero 2021 se transformó en superávit y los primeros datos de empleo muestran una recuperación.

  • Actividad

Si bien no se cuenta aún con el dato del cuarto trimestre del PIB, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) registró en diciembre la octava suba consecutiva, ubicándose apenas 2,2% por debajo del nivel de un año atrás, lejos del 25,4% interanual de abril. En promedio la caída alcanza a 10% en todo 2020 y deja un arrastre de 6,1% para 2021: lo que significa que, sin crecimiento en ningún trimestre, igual se registraría una contundente recuperación. Al igual que en todo el mundo, los sectores más afectados son el turismo y el esparcimiento, mientras que la construcción, el comercio y la industria ya recuperaron los niveles de un año atrás.

A priori, los primeros datos de actividad adelantada dan cuenta de que se continúa con la tendencia de recuperación en el margen.

La construcción continúa siendo un sector pujante frente a la decisión de dolarizarse implícitamente y el incentivo económico que genera la brecha cambiaria. Los despachos de cemento en bolsa (proxy de la pequeña obra privada) presentaron suba de 18% respecto a un año atrás.  La gran obra privada muestra datos alentadores y se ubica ligeramente por delante de esta tendencia (el cemento a granel crece 20%).

En lo que refiere al despacho de asfalto, en los últimos meses se registró una mejora considerable (35,7%) que, si bien tiene una baja base de comparación debido al cambio de Gobierno, en el margen comienza a reactivarse a una velocidad no menor. Esto, en conjunto con un gran impulso de la importación de bienes de capital, implicó un fuerte impacto sobre la inversión que, en una estimación preliminar a partir de un indicador propio, en el cuarto trimestre presentó una variación en torno al +7% (-15% proyectado para todo 2020)

La venta de combustibles también refleja una mejora considerable en los últimos meses de la mano de la mayor movilidad de las personas, aunque desacelerándose ligeramente en el margen. Es así que la venta de combustibles al público (naftas) cayó 8,8%, considerable mejora frente al -90% registrado en el mes de abril.

  • Fiscal

El primer mes del año registró un superávit primario de $24.000 millones Este resultado estuvo influenciado por la presencia de una mayor recaudación por parte de los derechos de exportación que fueron afectados en diciembre por los diferentes paros en el sector agrario. Al mismo tiempo, el primer dato del año suele estar fuertemente afectado por las decisiones de manejo de la deuda flotante. Esto de todas maneras no debe opacar las señales de un intento “fiscalista” que se viene reflejando en los últimos meses.

Estas provienen principalmente del rápido desarme del llamado “paquete Covid-19” y del sobrecumplimiento de la meta fiscal de 2020 (6,5% versus 8,3% incluido en el presupuesto). Lo que sorprende es que lejos de mostrar estos datos para intentar ajustar expectativas, el gobierno no los incorpora en el discurso oficial.

En lo inmediato, el tinte “fiscalista” junto con el impulso del financiamiento neto en el mercado de capitales, permitió la interrupción momentánea del financiamiento monetario. A fin de marzo se recauda impuesto extraordinario a las grandes fortunas, lo que le permitiría seguir presentando buenos resultados fiscales en la primer parte del año. Queda por ver qué pasa con los subsidios económicos frente al manejo que finalmente hagan de las tarifas.

  • Empleo

En lo que refiere a la dinámica del mercado laboral, solo se cuentan con datos completos del tercer trimestre. Luego del desplome de la tasa de actividad y de empleo de casi 10 puntos a 38,4% y 33,4% en el segundo trimestre de 2020 respectivamente y la reducción de 2,5 millones de puestos de trabajo (con 1,4 millones de desempleados), en el tercero se registraron algunas mejoras marginales.

En particular, el desempleo se mantuvo en los mismos niveles y el empleo en el margen creció 1,1 millones de puestos de trabajo, pero se explica únicamente por el empleo informal (440.000 puestos de trabajo) y los cuentapropistas (760.000 altas). En el empleo formal se destruyeron solo 110.000 puestos de trabajo (producto de las restricciones a los despidos y el funcionamiento del programa ATP). Los datos de SIPA (empleo registrado) de noviembre muestran que lo único que mejora son los monotributistas (+1,9%) y asalariados públicos (+0,8%).

  • Precios

Por último, merece un punto a parte la dinámica de los precios. Si bien el dato en 2020 cerró en 36,1%, el año terminó con un ritmo más parecido al 60% anualizado (4% en diciembre que se repitió en enero). En febrero los datos de alta frecuencia mostraron un patrón diferente, que indicarían una ligera desaceleración con respecto al mes de enero. Los datos del Relevamiento de Precios Minoristas del Estudio (RPM) muestran una suba de 4,1% en alimentos y una nivel general en torno a 3,4%.

El intento de frenar la nominalidad desacelerando el ritmo de devaluación del dólar oficial, conteniendo la brecha y a través de las negociaciones sectoriales en el marco del Consejo Económico y Social convive con un manejo fiscal y monetario más prudente en el margen luego de una duplicación de los pesos en la economía durante 2020. Todavía muy temprano para cantar victoria.