Se frenó el ingreso de capitales

Las recientes turbulencias que sacudieron a las principales bolsas del mundo volvieron a hacerse sentir en el mercado local. Riesgos y consecuencias.En julio de 2006 se frenó una fuerte tendencia al crecimiento en el precio de las propiedades en los Estados Unidos que llevaba 54 años ininterrumpidos y desde ese momento el valor promedio de una vivienda en ese país se redujo aproximadamente un 3,5%.
Simultáneamente, en los últimos tres años las tasas de interés para los créditos hipotecarios más riesgosos, conocidos como suprime mortgage, aumentaron aproximadamente 2 puntos porcentuales. En los últimos dos meses, esta combinación comenzó a cobrar algunas víctimas en empresas que cotizan en Wall Street dedicadas a este tipo de financiamientos. Esta situación generó a nivel mundial una actitud de mayor cautela en relación a todos los créditos, tendencia que también abarcó a los bonos soberanos de los países llamados emergentes. En algunos casos, solamente mediante el aumento en el diferencial de rendimientos de estos bonos respecto a los bonos del Tesoro norteamericano y, en otros, se afectó no solamente el diferencial sino fuertemente sus precios.

A NIVEL LOCAL. En esta última situación se encuentra la Argentina, donde el deterioro en los precios de los títulos de renta fija presentó, además, condimentos propios. En primer lugar, los cambios en la metodología de medición de la inflación derrumbaron los precios (20%) de los bonos ajustables por CER de mayor duración, y, en segundo lugar, las contingencias climáticas y un invierno extremadamente frío, el aumento explosivo (28%) en la demanda de gas residencial, dejaron a las usinas que generan energía eléctrica ante la necesidad de reemplazar el gas por gasoil con un costo de generación varias veces superior. Dicho costo está siendo asumido por el Estado argentino a través de la administradora energética Cammesa, y pegó de lleno en las cuentas fiscales de junio que, sin el aporte de fondos de las AFJP, hubiera resultado en una caída del superávit del 50% comparado con junio del año pasado. Así, una conjunción de factores, algunos externos y otros propios, derivaron en las turbulencias vividas en el mercado financiero argentino durante las últimas semanas y cuyo resultado más palpable hasta el día de hoy es un freno al ingreso de capitales que se venía verificando –dejaron de crecer las reservas del Central–; un aumento en el precio del dólar de casi 5 centavos y de entre 2 y 3 puntos en las tasas de interés entre bancos y en los créditos de corto plazo a las empresas.
Nada para rasgarse las vestiduras. Pero tampoco para ser ignorado como fenómeno que puede quitarle alguna décima más al crecimiento económico de este año –todavía muy alto–, adicional al costo que está cobrando el freno al crecimiento en algunos sectores industriales, puntualmente en aquellas empresas de producción electro-intensivas en las cuales la faltante de energía obligó a reducir los ritmos de producción: la siderurgia, las industrias químicas básicas y los fertilizantes en particular. La altísima volatibilidad que están teniendo las Bolsas en el mundo y la mayor cautela a la hora de prestar deben ser observadas con atención, y en el caso de la Argentina van a requerir, seguramente después de las elecciones, adecuaciones a la política económica, especialmente en el manejo del gasto público que, aún con una recaudación positiva que crece a tasas por encima del 30% anual, se las arregló para crecer en promedio, todavía, con 5 puntos por encima.

Usinas eléctricas generando a gasoil a un costo varias veces superior y tarifas muy bajas para la luz y el gas residencial en los sectores de ingresos medios y altos no luce como una combinación lógica ni sostenible.

*Economista, ex Secretario de Programación Económica