- Llegando al fifty fifty ¿y la comunidad organizada?:
- Un Gobierno, dos Discursos
- Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos y Brecha cambiaria
- Brecha Fiscal y Programa Financiero 2012
- Populismo sustentable… y del otro
Paradójicamente, mientras transitamos el mejor trimestre de la economía Argentina; cuando la estacionalidad hace coincidir la mayor oferta de dólares con el salto en la recaudación tributaria, se aceleró la fuga de capitales. Y si bien es evidente el poder de fuego del BCRA para manejar la paridad cambiaria en los meses que restan a las elecciones, no fue posible evitar una ampliación de la brecha entre el dólar oficial y el marginal. Esta brecha que se había originado a fines de 2010 con los mayores controles a la compra de dólares por parte de los bancos comerciales para dar cumplimiento al GAFI en su investigación contra el lavado de dinero en Argentina, aumentó en los últimos días de abril al pasar del 3% al 8,5%. También se observó una suba en los costos de la cobertura implícitos en los futuros negociados en Nueva York que pasaron del 9% anual en diciembre al 14,5% actual. Esto ocurre en un mundo donde más allá del aumento en la volatilidad de corto plazo, la tendencia del dólar es a la depreciación -al menos mientras no arranque el ciclo de suba de tasas de interés en USA ¿mayo de 2012?-, o por decirlo de otro modo donde los países vecinos encuentran dificultades para frenar el ingreso de capitales y una mayor apreciación de sus monedas.
A menos de cinco meses para las elecciones presidenciales y con una oposición diluida, las perspectivas para la economía en 2012 están vinculadas a las señales contradictorias del discurso político actual. Por un lado, en cada discurso de la presidenta se hace foco en la necesidad de poner un freno a la carrera entre precios y salarios, con un énfasis cada vez mayor en el ruido y los problemas que genera la conflictividad sindical. Este camino es el principal supuesto implícito en nuestro escenario base incluido en el informe mensual anterior que daba cuenta de una moderación a futuro de la nominalidad en una economía que continúe creciendo con menos inflación; escenario que denominamos “con crédito e inversión”.
Sin embargo dentro del mismo gobierno surgen otros discursos que abogan por una radicalización del “modelo” denominado ahora “populismo sustentable”. Radicalizacion que, según el discurso oficial, sería sustentable a partir de la posibilidad de que el Estado se apropie de nuevas rentas que permitan compatibilizar una mayor participación del Estado en la economía sin afectar la solvencia fiscal de largo plazo. Para esta visión los números de la distribución del Ingreso que estaría acercándose al fifty fifty (según el INDEC) podrían seguir de largo con aumentos de salarios del 15% al 20% anual en dólares replicando la performance de los últimos años. De este modo, el submarino del salario en dólares sumergido en 2002, después de una caída del 67%, y que hoy se ubica 15% por encima de los niveles previos a la caída, podría desplegar alas y salir volando a futuro con prescindencia de la evolución de la productividad. Esta visión que sigue negando la inflación como problema (falsificando los datos y “cuestionando” con una legalidad poco transparente las mediciones alternativas) asume que las “tensiones de precios” pueden resolverse con más Estado, en forma directa (obra pública y subsidios) e indirecta (créditos con tasa subsidiada), y un mayor cierre de la economía que apunte a acelerar el proceso de sustitución de importaciones que el tipo de cambio muy alto de 2002-2007 no logró.
El desafío a esta visión está dada por la salida de capitales de empresas que se genera en un contexto donde el sector público pretende seguir financiando su brecha financiera con reservas y donde el deterioro de las cuentas externas impide recuperar las reservas utilizadas para este fin por el BCRA. Por ahora es todo muy prematuro, y de cara a las elecciones es ciertamente financiable, aunque en el margen puede morder parte del crecimiento. Pero pretender que esta situación se transforme en un modelo de desarrollo no resulta para nada evidente. De aquí que en nuestro escenario alternativo, aquel en el cual el acuerdo social fracasa y no se frena la nominalidad de la economía, la aceleración de la salida de capitales genera la necesidad de o bien financiar la salida perdiendo reservas, o bien mover anticipadamente el tipo de cambio para recomponer la demanda de pesos. En este caso, el freno a la economía pareciera evidente ya que la capacidad de seguir sosteniendo tasas de interés fuertemente negativas en un contexto donde los depósitos se estancan disminuye dramáticamente.
Volviendo a la coyuntura actual, la sobre reacción frente a la caída en el superávit de la cuenta corriente ya empezó a generar efectos encontrados. Las contradicciones frente a si las empresas deben o no pagar utilidades (para el BCRA pareciera que no, para la ANSES pareciera que sí, como un mecanismo para hacerse de caja, aunque después pareciera que no, dado el impacto sobre el valor de las compañías) chocan entre sí al discutirse si las mismas pueden o no salir del país. Pero además, los conflictos diplomáticos generados en torno al cierre de la economía, ahora con Brasil, podrían derivar también en menos mercados para los productos argentinos. Amen de que el cierre de la economía, reduce la efectividad del ancla cambiaria para contener la inflación.
Hace cuatro años escribimos un informe que se llamó Tren bala al pleno empleo… Tren lechero al desarrollo, en el cual mostrábamos las contradicciones del modelo de tipo de cambio súper alto. La extensión del ciclo internacional le dio a la Argentina una oportunidad para financiar la primera de estas trayectorias, y hoy estamos arribando a destino: una economía cerca del pleno empleo (aunque con un mercado de trabajo segmentado y problemas de capacidades en la oferta) y una cuenta corriente llegando al equilibrio. Como venimos sosteniendo, las válvulas de la economía para manejar la transición son enormes, aunque veremos hacia adelante si prima la intuición presidencial en cuanto a la necesidad de moderar la nominalidad, o si por el contrario ganan quienes piensan que el submarino (el salario en dólares que emergió a la superficie a toda velocidad después de 2002) podría salir volando en 2012.