¿Totalmente aislados?

Si bien no hay un final escrito en el litigio entre Argentina y los holdouts en Nueva York, y la orden de presentación formal de una propuesta de pago al tribunal volvió a apaciguar los escenarios de un default técnico inminente que se habían propagado tras la audiencia del miércoles 27 de febrero (producto de un eventual embargo a los fondos desviados al Banco de Nueva York para pagar la deuda emitida en esa jurisdicción en ocasión de los dos canjes de 2005 y 2010), vale la pena repasar algunos de los eventuales canales de contagio para una Argentina que cada vez se aísla más de los mercados internacionales.

Prohibida de facto la fuga de capitales, el impacto directo no es ya sobre las reservas, más allá de alguna salida adicional de depósitos en dólares de los bancos -que probablemente ocurra si se materializa un fallo percibido como desfavorable-, sino más bien sobre el crédito remanente y posiblemente sobre la brecha cambiaria.

Es cierto que ni el sector público nacional ni las provincias –estas últimas a partir de la agudización de los controles cambiarios- toman deuda en los mercados de crédito internacional, y que en los hechos el sector privado también se alejó de estos últimos (sobre todo en 2012), situación que fue compensada en parte por el aumento en el crédito local asociado al excedente de pesos atrapado por los controles.

Pero también es cierto que el crédito comercial no está cortado y ha venido funcionando en forma bastante activa en los últimos meses a medida que la salida de depósitos en dólares de los bancos locales cerró directamente las prefinanciaciones locales en moneda extranjera. Aunque creció a menor ritmo que en los dos años previos, en los primeros nueve meses de 2012 el stock de deuda comercial se incrementó en US$3.062 millones (+8,5%).

Actualmente, y a diferencia de 2001, el grueso de la deuda externa del sector privado no financiero corresponde a deudas comerciales de muy corto plazo (57% del total). Pero además, y solapado con lo anterior, del stock de deuda privada un 41% corresponde a deudas con las propias matrices, situación que se genera en parte en forma compulsiva por el financiamiento de la operatoria de las compañías, pero también por la contabilización como deuda del no giro de utilidades al exterior que en 2012 ascendió a US$4.097 millones. En lo que hace a los vencimientos el 43% del stock de deuda privada por US$66.900 millones amortiza en los próximos 12 meses. A su vez, y en una foto que difiere sustancialmente de la situación a fines de 2001, la deuda externa del sector financiero asciende a US$3.000 millones (menos del 4% del activo total de los bancos privados) frente a los US$16.400 millones en 2001 (20% de la hoja de balance de dichas entidades).

Evidentemente las conexiones no son nulas, y un evento de crédito tendría consecuencias para Argentina, que terminarían impactando en el nivel de actividad y sobre la brecha. Sin embargo, el asilamiento financiero del que se parte limita estos impactos, en tanto los propios controles y el acceso al dólar oficial para financiar importaciones seguramente van a conseguir el financiamiento de corto plazo (a veces compulsivo) implícito en esta operatoria.

De todas formas, como arrancó la nota, el resultado de la causa permanece abierto, y el costo reputacional para la plaza financiera de Nueva York implícito en un fallo que involucre derechos de terceros ajenos al litigio (los tenedores de la deuda canjeada) para garantizar el cumplimiento de una sentencia a favor de una de las partes (los holdouts), sigue siendo la principal carta que maneja la estrategia argentina.

* Directora y Economista de Estudio Bein & Asociados