Los datos de crecimiento de la economía de USA siguen mostrando una recuperación lenta. Puntualmente en el primer trimestre del año el aumento del PIB alcanzó un ritmo trimestral anualizado del 2,2%, algo por debajo del registrado en el período anterior y de lo esperado por el mercado.
Casi la totalidad de la suba (93%) estuvo explicada por la dinámica del consumo privado en un contexto donde el escenario de tasa cero y aceleración -aunque lenta- del crecimiento del empleo favorecieron los bolsillos de los consumidores. El gasto público siguió aportando en forma negativa, aunque menos que el trimestre anterior, en tanto la inversión sólo agregó 0,2 puntos porcentuales al crecimiento a partir de una mejora en el margen de la inversión residencial, sector que todavía se ubica bien debajo de los picos alcanzados antes de la eclosión de la burbuja inmobiliaria. El sector externo, por su parte, mantuvo un aporte neutro al crecimiento con importaciones que compensaron el aumento en las exportaciones en el período.
Esta dinámica del crecimiento de USA es consistente con una caída lenta de la tasa desempleo (hoy en 8,2%) y una inflación estabilizada en niveles ligeramente por debajo del objetivo de la Reserva Federal (Fed). La contrapartida de este diagnóstico es el mantenimiento del sesgo ultra-expansivo de la política monetaria vía una tasa de interés de referencia en 0%, la extensión del programa de compra de títulos de largo plazo por títulos de corto (i.e. operación Twist) y una retórica discursiva que sostiene este escenario de tasas hasta el 2014.
Sólo por ahora, la dinámica del ciclo y la inflación no ameritan la articulación de una tercer ronda de relajamiento cuantitativo “QE3” (programa de compra de títulos vía emisión monetaria) que aceite el sinuoso camino de una recuperación que se mueve a contramano del desendeudamiento de hogares y bancos, a través del impulso a la inflación de activos. Y de paso, facilitar el cierre del programa financiero del Tesoro de cara a las elecciones presidenciales de noviembre. Sin embargo; si el ciclo afloja, el riesgo de deflación vuelve a aflorar como en agosto de 2010, o bien el riesgo sistémico de la Zona Euro retorna a los mercados, las herramientas de política monetaria estarán preparadas para enfrentar el viento de frente. En este contexto, los estabilizadores automáticos siguen funcionando a pleno en un mercado más volátil pero con una retórica dovish (sesgo monetario expansivo) de Ben Bernanke que le pone un techo a las tasas de interés de largo y un crecimiento estructural de China que le pone un piso a la tendencia de las materias primas agrícolas.
*Directora y Economista de Estudio Bein & Asociados.