Volatilidad y Proyecciones

La caída en los precios de los commodities, en particular los agropecuarios, registrada en el último mes, llevó a los economistas a revisar las proyecciones en las cuentas externas, sobre todo cuando esta coincide además con un freno en el nivel de actividad de Brasil y una significativa devaluación de su moneda. Ahora bien, aún cuando monitorear de cerca la coyuntura es parte de nuestra tarea, subirse a los vaivenes de la enorme volatilidad de los mercados para proyectar un año que ni siquiera comenzó puede llevar a errores. Sin ir más lejos la soja que llegó a valer US$420 en Chicago una semana atrás hoy vuelve a cotizar cerca de US$460, y el Real que se había acercado a los R$/US$2 retornó rápidamente a 1,76 Reales. Es cierto, que más allá de los renovados brios en Europa respecto a la necesidad de capitalizar a los bancos y abortar el riesgo sistémico, no estamos exentos de nuevos eventos que renueven el vuelo a la calidad, pero también es cierto que en un escenario de tasas bajas, cualquier situación con menos ruido puede volver a generar subas en los precios de los commodities, sobre todo los agropecuarios que tienen una menor dependencia del ciclo del G7.
Nuestras estimaciones para el año que viene se sustentan en un crecimiento de 10,5% i.a. en las exportaciones (desde 22% i.a. este año) y un aumento de las importaciones de 18% i.a. (desde 31,7% i.a. en 2011), llevando la balanza comercial a un superávit en torno a US$4.000 millones. Uno de los supuestos básicos que utilizamos para armar nuestra proyección de exportaciones incluye un corrimiento de la paridad cambiaria de 12% entre puntas, aunque en un escenario de mayor movimiento del tipo de cambio el excedente comercial resultaría mayor. En nuestro escenario negativo, que supone una tasa de aumento del dólar de 26% después de la salida de la cosecha, el impulso a las exportaciones netas (vía mayores excedentes por la contracción del consumo local) permitiría llevar el superávit comercial a 2,5% del PIB (US$11.000 millones).
Puntualmente estimamos un crecimiento en la cosecha de la campaña 2011/2012 algo superior al 10% i.a., variación en línea con las últimas lluvias registradas sobre la zona núcleo, en plena siembra de soja, maíz y girasol. Adicionalmente, y aunque la volatilidad de los precios de commodities mencionada antes resulta evidente, armamos nuestras proyecciones suponiendo que, en última instancia, las condiciones de oferta y demanda global se verán reflejadas en las cotizaciones, llevando a precios promedio FOB de la soja local de US$460, del maíz de US$295 y del trigo de US$275, algo por debajo de los vigentes hoy. Cabe recordar que los complejos de la soja, el trigo, el maíz y el girasol explican casi un 40% del total de las exportaciones.
Si bien nunca pueden descartarse escenarios de equilibrio en la balanza comercial para 2012, o aún déficit, asignamos una baja probabilidad de ocurrencia a dichos eventos. Aun con una menor dinámica de las exportaciones agropecuarias, un mayor deslizamiento del tipo de cambio podría contribuir a moderar el crecimiento de las importaciones. Adicionalmente, ante un deterioro en el contexto global (y sobre todo en Brasil) que reduzca el valor de las ventas al exterior, el impacto sobre el nivel de actividad local podría actuar, a través de un menor nivel de importaciones, como un estabilizador automático de la balanza comercial. Este efecto también sería reforzado en caso de menores ventas de MOI, dado el alto componente de insumos importados en las manufacturas locales. Cabe destacar que esto ya ocurrió en 2009, año en que se conjugaron la pérdida de un tercio de la cosecha local por la sequía más importante en décadas, como con el impacto de la peor crisis global desde 1930. En dicho período, mientras el consenso del mercado estimaba una caída del superávit comercial a US$7.200 millones (desde los US$12.500 millones de 2008) con estimaciones que incluso auguraban equilibrio, la contracción en las importaciones terminó generando un aumento del excedente a US$16.900 millones.