#69 YPF…dale gas

  • Los riesgos de una brecha cambiaria más alta:
  • Controles cambiarios: ¿valla de contención a la economía local?
  • Brecha cambiaria: ¿equilibrio inestable?
  • ¿Cuánto va a durar esta situación?
  • Nivel de actividad 2012 ¿qué cambió, qué sigue igual?
  • Inversión y crecimiento potencial
  • Inflación 2012: igual nivel, diferente composición
  • YPF: efectos de corto, mirada de largo
  • El Mundo:
  • Más volatilidad, menos comercio

Contenido el riesgo sistémico en Europa, reaparece la inconsistencia de la política que obliga a la periferia a seguir el camino del ajuste para mantener el financiamiento del prestamista de última instancia. En el caso de España e Italia, esta inconsistencia empieza a plasmarse en una suba en los rendimientos de su deuda que vuelven a acercarse a niveles incómodos de 6% (luego de haber bajado hasta 4,5/5% con el anuncio de la línea de liquidez desde techos de 7%), y en una lógica disminución de la adhesión política y social frente a un camino que promete mucho de penuria y poco o nada de crecimiento. Esta coyuntura, en conjunto con datos más magros del ciclo americano y el anuncio de la FED respecto a que el nivel de actividad en USA no amerita un QE3, generó una corrección de los mercados luego de la euforia generada desde diciembre. Corrección que no alcanzó al precio de la Soja que -fundado en factores de oferta en el hemisferio norte- siguió de largo y vuelve a cotizar a US$528, 10% arriba del promedio de 2011.

Respecto de Argentina, las condiciones objetivas no cambiaron mucho desde nuestro último informe. El clima permite limitar la perdida esperada de cosecha, los precios de la soja aumentan su valorización, y vuelven a sobrar pesos en el mercado local, situación que sigue comprimiendo la tasa de interés; la Badlar retornó a 12%, algo más que la mitad de la tasa de inflación. Esta situación convive con un elevadísimo nivel de confrontación -exacerbado la semana pasada por la decisión de expropiar el 51% de las acciones de YPF en manos de Repsol- que generó una enorme toma de ganancias en los activos financieros, fundamentalmente en aquellos afectados en forma directa o indirecta por decisiones de política. El principal reflejo de esta situación está dado por la escalada de la brecha cambiaria que ya se ubica en torno a 25%, por encima de las expectativas de devaluación a un año implícitas en los futuros en Nueva York (23%) y casi al doble que la tasa de interés que remunera los plazos fijos en pesos.

Hay tres canales de transmisión directos de la brecha a la economía local. Canales de transmisión que dependen no sólo de su magnitud, sino fundamentalmente de la velocidad de deterioro. Por un lado, el ensanchamiento en la brecha reduce la efectividad del ancla cambiaria para contener la inflación, en tanto podría volver a impactar sobre la demanda de depósitos en dólares. Pero fundamentalmente, de sostenerse la tendencia (no el nivel) es probable que empiece a afectar los precios en dólares de libre disponibilidad de los activos reales, básicamente inmuebles, situación que de concretarse tendría impactos sobre la economía real. Por ahora, con precios de los inmuebles en dólares estabilizados, la posibilidad de acceder a fideicomisos de construcción con pesos en un contexto de restricciones de acceso al mercado de cambios genera incluso un estímulo a la construcción. Pero este efecto podría desaparecer frente a una eventual caída en los precios en dólares de los inmuebles. Algo que, de continuar la tendencia que hoy muestra la brecha, sería la contracara de una reducción de la renta en dólares a partir de alquileres fijados en pesos ajustables y de aquellos fijados en dólares donde ya ha comenzado la discusión sobre el tipo de cambio a utilizarse. A diferencia de oportunidades pasadas, esta vez, el Gobierno se corrió de intervenir en la brecha a partir de la venta de bonos en dólares contra pesos, situación que podría ocasionar una mayor demanda insatisfecha de dólares transferencia.

Mientras tanto, el BCRA sigue comprando cada vez más dólares -a medida que arranca la estacionalidad de la cosecha- y emitiendo pesos que en parte contribuyen a mantener la liquidez del sistema a partir de depósitos a plazo ahora estabilizados. De hecho, siguió comprando dólares incluso en los cuatro días posteriores al anuncio de la medida. Cuanto va a durar, dependerá de la capacidad de la economía para seguir generando dólares y de que se tomen decisiones rápidas que limiten el contagio financiero de la brecha cambiaria a la economía real. Una vez más, la política en Argentina está sujeta a la suerte que nos derive el clima y el precio de la soja. Una alianza estratégica que permita abrir la cuenta capital en un sector clave como la energía, ayudaría a una estabilización duradera de este escenario.